Acto por el Día de la Bandera

En el Salón Blanco  Municipal se llevó a cabo el Acto por el Día de la Bandera. Se encontraban presentes el Intendente Camilo Etchevarren, integrantes del Gabinete Municipal, Concejales, Consejeros Escolares, autoridades educativas y eclesiásticas, miembros del Instituto Belgraniano, Reina y Princesas de la Fiesta Nacional de la Guitarra y Fiesta de las Colectividades, representantes de instituciones, docentes, alumnos y vecinos.

Luego de dar la bienvenida a las Banderas de Ceremonia se entonaron las estrofas del Himno Nacional Argentino y la Marcha a mi Bandera.

Posteriormente dejó su mensaje y oración el Cura Párroco Maximiliano Turri.

Para conmemorar la fecha hicieron uso de la palabra la Directora de la Escuela Primaria Nº 10 Laura Moltoni, el Presidente del Instituto Belgraniano Nicolás Chimento Ilzarbe y la Consejera Escolar Celeste Capalbo.

Los alumnos de la Escuela Primaria Nº 10 y Rurales Unidocentes, hicieron la Promesa a la Bandera ante la Jefa Distrital de Educación Inés Castillo, para a continuación recibir el Diploma.

DISCURSO (Laura Moltoni)

Autoridades educativas, colegas, padres, vecinos, alumnos…

Nuevamente la patria nos convoca para recodar a un ilustre prócer y a su decisión de crear uno de los símbolos que resulto fundamental en la organización primera de la nación: la Bandera Nacional.

Manuel Belgrano, digno es nombrarlo, fue un argentino que le dio mucho a la patria. Fue abogado, revolucionario ardiente durante los sucesos de mayo, militar incansable a costa de sus limitaciones, ideólogo fuerte en la construcción de nuestras primeras leyes y constante y ferviente defensor de la causa nacional.  A el debemos mucho en nuestras primeras horas como patria libre pero más allá de esto le debemos el honor de haber creado el símbolo que nos unió como hermanos y conciudadanos. Quizás el nunca imagino la importancia que tomaría con el tiempo este símbolo de unidad.

Si, LA BANDERAA. Esos dos colores que ya son marca registrada en nuestra patria. Esos tres pedazos de tela bicolores que ondulan majestuosos en los centros pueblerinos y en los frentes de toda institución pública. Todos sabemos lo que significa, y lo que representa. La bandera es todo, es la Patria misma. Sin ella hubiera sido imposible de pensar en un país unido y fuerte; sin ella sería imposible emocionarnos en un mundial de futbol, no podríamos percibir emocionados los latidos del corazón cuando entonamos nuestro himno nacional. Y es así que nos sentimos orgullosos de ser argentinos. Ella nos marca el paso. Ella impone el respeto necesario cuando todos transgreden en derredor; ella motiva al alumno cuando cree que todo está perdido, ella encamina la marcha cuando nosotros docentes, padres, hermanos, nos creemos superiores e intentamos imponer nuestros egoísmos y nuestras parcialidades. Ella hoy dicta estas palabras.

No deseaba que este fuera un discurso más de recopilación histórica y de alabanzas sin sentido. Ni Belgrano, ni la Bandera que se lo merecen. Este tiempo nos pide compromiso y responsabilidad. La imagen de este símbolo nos tiene que servir para entender el sentido de nuestra igualdad. Somos iguales ante Dios, ante la ley, ante aquel que tenemos al lado. De que vale una escarapela en el pecho si yo por ella no he dejado todo el esfuerzo necesario; de que vale una camiseta si me regocijo con las desgracias ajenas; de que vale ostentar un cargo, un título, una posición si no cumplo con lo principal de eso, que es ser instrumento útil a los demás. Así es señores, así es alumnos, así es colegas. Los que convivimos cotidianamente en un ámbito donde deberíamos tener a estos símbolos como sagrados debemos tenerlo bien en claro. Hoy no recordamos a la bandera y a su creador, hoy debemos celebrar lo que ella irradia, lo que ella simboliza. Debemos entender que los colores están másallá de nuestras diferencias; ella nos ha unido en batallas, luchas intelectuales y aun en la muerte. Ella nos salva del naufragio que la desintegración y del individualismo, por ella hemos aprendido a ser uno y sin unidad casi todo siempre será imposible.

Sintámonos argentino, seamos dignos de estos colores, que nuestro compromiso sea a conciencia, para que al caminar cotidiano lo acompañe la sensación de orgullo, de compromiso y de servicio cumplido. Ojala que así sea.

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DISCURSO (Nicolás Chimento Ilzarbe)

Mucho se ha dicho de Manuel Belgrano, su figura se recuerda pero cada vez parece que se torna más irrepetible. Belgrano fue funcionario, fisiócrata, ecologista, defensor de los derechos de la mujer, pero sobre todo fue un ciudadano; Belgrano fue periodista, abogado, economista, defensor de los pueblos originarios, pero sobre todo fue un hombre político; Belgrano fue militar, religioso, poliglota, defensor de la educación universal y pública, pero sobre todo fue un Revolucionario; Belgrano fue embajador, escritor crítico, ideólogo, pero sobre todo fue un Patriota.

Hoy es también el día nuestra Bandera Nacional, bandera que él creara y enarbolara por 1° vez a orillas del Paraná en las cercanías de la villa del Rosario, como magno acto de rebeldía, que se jurara por primera vez en Jujuy  donde es bendecida, también por primera vez, por el presbítero Juan Ignacio Gorriti. Fue la Bandera de las Provincias Unidas del Sur o del Rio de la Plata, hasta que las distintas naciones actuales se dividieran e independizaran: Bolivia 1825, Chile 1826, Uruguay 1828, Paraguay 1842.

A 199 años de su muerte, su memoria nos intima, nos asecha, nos conmina: “Se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad, propiedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuese donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido” (autobiografía – primera parte)

“Manuel Belgrano nos dejó mucho más que una bandera. Nos legó una idea de Nación, esa inteligencia emocional que hay que poner en marcha para construir un País desde la unidad, la inteligencia, la mente y el corazón. Nos transfirió el ejemplo de la entrega al bienestar público sin esperar más recompensa que la simple noción del Deber Cumplido”. ¡¡¡VIVA LA PATRIA!!!

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DISCURSO (Celeste Capalbo)

La Bandera

Éste es el sol y éste es el cielo que en la bandera victoriosa nos hermanan.

Éste es el sol que une los cuerpos y éste es el cielo cuyo amor une las almas.

Ambos están sobre nosotros para mostrarnos el camino que no engaña.

Y levantarnos de la tierra con la energía de las cosas sobrehumanas.

Su luz nos junta en el recuerdo y al mismo tiempo nos congrega en la esperanza.

Mientras su fuego nos domine seremos libres como el vuelo de sus llamas.

Si alguna vez nos dividimos, quiera el Señor que levantemos la mirada.

Y contemplemos en el cielo celeste y blanco la bandera de la patria.

En su virtud encontraremos aquella fuerza que una vez nos hizo falta.

Y volveremos a estar juntos como los hijos bajo el techo de la casa.

Su limpia historia es la del rio que se desborda por amor y fertiliza.

Cruzó desiertos y montañas para calmar la sed de un mundo en sus orillas.

Bajó del cielo de la patria para mostrarnos la razón de nuestra vida.

Para enseñarnos a ser libres como el espacio que en sus pliegues nos traía.

Hombres de ayer la recibieron en la raíz del corazón, con alegría.

Y la llevaron en los ojos llenos de fuego y en las manos decididas.

Desde aquel día, su carrera fue la del sol que la besaba y la encendía.

Y que, al pasar sobre los pueblos, los despertaba de la muerte y los unía.

Con su calor fundió cadenas y con su luz abrió las cárceles sombrías.

Donde alumbró se disiparon todas las sombras y empezó la luz del día.

Olas inmensas de caballos y de caballos inundaban la llanura.

Y reventaban en los pechos que se oponían vanamente a su locura.

En lo más alto de las olas, aquel jirón que iba flotando era la espuma.

Cuando se hundía entre las lanzas era un relámpago perdido entre la lluvia.

Al fin llegaba la victoria, para mecer al pueblo fuerte con su música.

Y aquel jirón se adormecía, vivo y glorioso como nadie y como nunca.

Esta bandera es la bandera que nos congrega en un solar y en la historia.

Esta es el alma de la patria: su voluntad, su entendimiento y su memoria.

Si algo valemos es por ella, que nos agranda con su fuerza generosa.

Y que, después de agigantarnos, nos da el ejemplo soberano de sus obras.

El elemento en que palpita ya no es el aire, sino el viento de la gloria.

Y el resplandor que la ilumina ya no es del sol, sino del Ser que hizo las cosas.

Su luz de cielo nos alumbra, su sombra de árbol nos ampara y nos convoca.

Mientras vivamos en la tierra, seamos dignos de su luz, y de su sombra.

Quiera el Señor que la sigamos cuando nos llame como ayer a la victoria.

Y, si la muerte no nos deja, que por nosotros nuestros hijos le respondan.

Francisco Luis Bernández